martes, 9 de octubre de 2007

El Regreso

Hola, les habla Marco Margas Losa, el Chistocuento en un nuevo género literario seguidor de el realismo mágico de mi pataza García Tarquez, que deconstruye la realidad, al mismo estilo qie Perrida, en una jocosa narración en donde los elementos literarios subyugan al lector.
Esta semana escucharemos en mi Novela Peludita, un chistocuento del gran Maestro Chuvaquita, titulado El Regreso.

El Regreso es un chistocuento realizado en las atmósferas limeñas y, en algunas ocasiones, en la Londres Bringueana. Es parte de la saga de Chuvaquita y sus amigos.

Los dejo con mi Chistocuento favorito (Patty pásame la manti, please. Alvarito, deja mis escritos, ya te dije que tu nunca vas a ser igual a mi, cacaceno).


EL REGRESO


Ser o no ser… o irme al Down Town.
(Koky Selahunde)

No importa lo que hagas, siempre serás de los nuestros Mr. B.
(Herector)

¿Por qué cada huevada que digo ustedes lo ponen como epígrafe.?
(Marco Margas Losa)

Y todavía no.
(Maharajascar)



- ¿Alo?
- Hola Jefecito…
- …
- No se haga el tercio, usted sabe quienes lo llamamos así. El gran Jefe acaba de llegar y, como todos quedamos, es hora de regresar de las tinieblas para serle leales.
- …
- Como le dije, no se haga el tercio, usted sabe a que me refiero, en aquellos sótanos lo juramos con sangre y si se olvida de su promesa, ejem…, su familia las lágrimas de su familia se lo harán acordar.

…………………..

Lo último que se supo de ese gran hombre… o macaco, fue que lideró un acuerdo en Englandeterra entre un grupo antigay liderado por un peruano britanizado y la reina de ese país (televisado por la cadena Bebezón y Cepepene). De allí, si mi memoria no me falla, querido y jugoso lector, no se sabe nada de él. Se dice que se fue a Pestañal para visitara su húmeda amiga Enma, otras voces, dicen pero no me consta, pregonan que le está dando hospedaje a Panchisco Zurdo, alumno de la escuela de literadura quien ganó una beca para jugar en el Paris San Germain de la primera división del futbol de Francea. Otras teorías, bien fuera de juicio, dicen que se fue de viaje al más allá con la gente de los Alfa y Omega 5, ya que, este maestro, descendía de seres extraterrenales. Lo que la gente más cree, es que se encuentre en la casa de la familia Agüino, teniendo unas cálidas y húmedas vacaciones con varias gatitas sandungueras y ayudando al alcalde del Collao, Alexis Yuri, a organizar los infinitos festivales de salsa que acontecen cada semana.

Lo cierto en todo esto, es que Chuvaquita, de quien más se podría tratar, ya no se reunía con el grupo de los Fi-feus, ya no bajaba al Yakaña a chupar caña con Trafo Paez ni con Damier Eseconch…. Lo que más le sorprendió a la gente es que no haya estado cuando sucedieron las exequias de Mañuquita Fally, ni el lanzamiento del nuevo grupo Rectal, a cargo de Davis Horóscopo. Su ausencia era tal, que no estuvo al lado de Jimmy I-saga ni de Luis Sorna cuando Ollantalandia clasifico al grupo mundialito del Porvenir de tenis. Incluso ya no visitaba a sus trampas. Maribel Valverde (hermanísima de Claribel) ni a Mónica Cabrazos (prima lejana de un conocido profesor de la USMP).

El último rastro que dejó, fue el artículo de análisis político que publicó en la revista “Somos +” del diario Él Comerció. La crónica, publicada el sábado 29 de septiembre y siempre bajo el seudónimo de Marco Ghibel Ano, narra las reacciones del pueblo ollantalino luego de la llegada (al pancho) del prófugo Abierto Yukimori: “me refiero al éxito de los programas populares del ex presidente, que devendrían en su popularidad en aquellos sectores. Claro está, que esto desencadenaría el dogmatismo de las amas de casa concurrentes a los comedores populares”.


………………………


Lord Briceño from London: Hello, how are you, honey? I was thinking in you the last night because I saw a drunk on the high way.

Pedo Libre from Paramelamoga: Fuck you, Briceño. Habla castellano como buen sudaca que eres, mejor habla castellano argentino que me sale mejor, che.

Lord Briceño from London: Ya, ya, ya, No me dejas ser… un ciudadano condonlinense.

Pedo Libre from Paramelamoga: Bueno, pues, te cuento lo últimito, luego de la llegada del chino.

Lord Briceño from London: Pasa el dato, pero apúrate que Herector ahorita se despierta y me pide el mañanero…

Pedo Libre from Paramelamoga: ¿El mañanero? Oe, Briceño, pensé que eso de que había perdido a un amigo y ganado a una amiga era broma; pero creo que es cierto.

Lord Briceño from London: Calla big sucker. Me refiero al mañanero, al desayuno, quiere que le fría un chorizo y un par de huevos. Me dijo que quería eso en su keke.

Pedo Libre from Paramelamoga: Británicazo.

Lord Briceño from London: Suck my dragon bolls Z.

Pedo Libre from Paramelamoga: Calla perrísima, que te voy a seguir contando. La cosa es que se armó la del burro erecto.

Lord Briceño from London: ¿La del burro erecto? Esa no me la conozco.

Pedo Libre from Paramelamoga: Claro, pues, es que se veía desde lejos lo tremendo.

Lord Briceño from London: Puta, pero porqué.

Pedo Libre from Paramelamoga: Es que salió un valdivideo nuevo.

Lord Briceño from London: Pucha; pero no estaban todos descubiertos…

Pedo Libre from Paramelamoga: Perrísimia; pero el chino tenía muchos que se llevó en sus 40 loncheras al Jamón. Pero lo que más a traído colita ha sido que en este valdivideo se ve a un conocido director de un diario en unos arrumacos con Valdi Miró, sí, bailaban lo que bailas con Herector.

Lord Briceño from London: No jodas sudaca y cuentamelo very nice.

Pedo Libre from Paramelamoga: Huevón, se le ve pasar el huevo a Asusto Alvarado Robritch. Sí, británico el lobito en arrumacos con Valdi Miró.

Lord Briceño from London: No me digas que también él era de la tercera ola. Puta que no. ¿Y qué dice Eduardo Carrera?

Pedo Libre from Paramelamoga: Perra, déjame que te lo meta todo, sorry cuente todo. Ya que Valdi Miró y Robritch están como unos cinco minutos en sus arrumacos y manoseadas, cuando se observa que la cámara se mueve y alguien abre la puerta, era…, sí, sé que tus húmedas fantasías se van a cumplir. Sí, era ella.

Lord Briceño from London: ¡No! ¿no me digas que era Chiquito Flores?

Pedo Libre from Paramelamoga: No, huevón, era …

Lord Briceño from London: ¡No! ¿no me digas que era Noemí Timoyco?

Pedo Libre from Paramelamoga: No, huevón, era …

Lord Briceño from London: ¡Puta! ¡no te lo puedo creer! No, ! ¿no me digas que era Chula Rodriguez?

Pedo Libre from Paramelamoga: No, huevón, era …

Lord Briceño from London: ! ¿no me digas que era Kate Castrol?

Pedo Libre from Paramelamoga: Cállate, cállate que me desesperras, Briceñón.

Lord Briceño from London: Es que no me tienes paciencia.

Pedo Libre from Paramelamoga: Era Claudia Iparraguirre, con un escote que hasta los tobillos y una minifalda hasta la garganta. Se ve que hacen un tribunal constitucional con Valdi Miró. La cosa es que ahora, Lobito y Claudia han renunciado a Menú21 y casi todo el personal del periódico y de los pocos que ha quedado, han elegido al nuevo director y no te imaginas quién es.

Lord Briceño from London: No me digas que Nicolas Hierboby o El Cuy Acepedo.

Pedo Libre from Paramelamoga: No, es Eduardo Colita Carrera.


………………………

La llamada lo había “muñequeado”, miraba todos lados pensando en que esos tiempos violentos habían regresado. Cerró las cortinas de su casa, descolgó el teléfono, lo desarmó y lo revisó meticulosamente. Estaba aterrado, fue a su armario y de un cajón con llave saco la Taurús de 9 mm.
Su memoria le empezó a jugar de mala manera, flash backs de imágenes se vislumbraban en su mente. El horror empezó, al agua los seis años con el psicoanalguista Ferrando Maestrí, al tacho las vacaciones a Eurofa.
Caviló acerca de su destino, lloró en silencio, era bueno que no haya nadie en casa en aquel momento. Recordó las caras de aquellas personas, el llanto, la cara del jefe, su negación, ¡Dispara carajo, dispara o te mato¡, la risa de los demás, la endomorfina que el habían inyectado, la sangre, la sangre, los ojos de las víctimas, los ojos, la mirada, el olor a muerte, la muerte en sus manos.
Se despertó sudando, había dormido un par de horas. Salió de su cuarto, en la sala una nota:
“Hemos salido todos al cumpleaños del tío. Si quieres comer
en la refri hay algo, caliéntalo en el microondas”

Le calmó el hecho de quedarse solo para poder pensar en que hacer. Se sentó en el sofa… Ring. Ring. Miró al teléfono, no era. Era su celular, se asustó, vio el número de llamada. Llamada privada.
-Hola, soy yo de nuevo, no te hagas el tercio. Ven, es necesario que me sigas, ahora.
-No, yo ya no. No quiero saber más de eso, el pasado está enterrado. Tengo una vida nueva, por favor.
-Ja, ja, já. Después de esto, las vidas nuevas no existen. Acepta tu destino. Los que aún quedamos estamos listos para el regreso. Acéptalo, siempre serás uno de los nuestros.
-No, de verdad, gracias. Yo creo que voy a estar mejor sin ustedes.
-No me hagas reír (la voz cambio a un tono más brusco) Sabemos que tu familia ha salido y sabemos a donde. Sabes quién los sigue… El Chato Mata, él los sigue.
- No, no les hagas nada a ellos, se las verá conmigo si algo les pasa. Gritó él.
-Tranquilo, si cooperas todo saldrá bien, como en los viejos tiempos, compañero. Ahora, asómate a la ventana. ¿Ves el carro negro junto al arco de fulbito? Hola, compañero.


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Estamos escuchando Mi Novela Peñulita, no se vayan cacacenitos.

Vicisitudes del Chubaquita y el seismo (Parte II)

Me metí por caseríos ajenos a mi imaginación, creo que estos lugares ni los podía ver imaginado cuando leí La guerra del fin del inmundo o El tambor de Hojarata; esto me llevó a la conclusión de que era cierta aquella premisa que dicta que la realidad supera a la ficción; en este caso, creo que la realidad se volvió o se quebró en ciencia ficción: atroz.

Caminando por aquellas embrolladas casas, viendo lo terrible de un terremoto inimaginable, sintiendo las replicas y las replicas de la gente que necesitaba ayuda y algo de salud. No pude negarme a ayudar a algunos que realmente querían la ayuda, mi lado humano (ustedes que saben que soy un mono humono, como diría César Pellejo) me decía que me quede, que socorra a las víctimas (lleve un curso con los Topos cuando dicté un seminario de Deconstrucción de cocinas a gas en Léxico D.F); así que decidí quedarme al menos un par de horas en ese caserío que hasta la fecha no se como se llama; solo recuerdo que sus casitas de adobe eran pequeños montículos con olor a desesperación.
Removí escombros, ayudé a la organización de algunas brigadas de emergencia espontáneas. Rápidamente escuchamos que alguien había visto en una casa a una familia que no pudo salir; nos dirigimos hacía allá; no había gente, mejor dicho había gente en los alrededores que no parecía gente. Sus caras completamente cubierta de tierra, eran aquellos que no habían tenido muchos percances; pero había otros que mostraban un color irreconocible para mi, la sangre combinada con la tierra y no sé que cosas, creaban una combinación medio lila plateada; algo que nunca imaginé.
Llegamos a la casa de la que nos hablaban, una vecina nos dijo que en esa casa vivían unas 6 personas. El trabajo, que primero fue a mano, se vio fortalecido cuando alguien nos alcanzo unas cinco palas y dos picos. Era desesperante, escuchábamos los gritos de las personas, eran gritos de alguien con vida, pero como si nos llamará desde el más allá. Días después me comentaron si no sentía un olor a muerte, les respondí que no, que no se sentía el olor a muerte; sino que se sentía a la muerte en nuestras espaldas.
Logramos sacar a una niña herida, la cabeza la tenía golpeada; una débil mesa la había salvado, ya que dos de sus cuatro patas se habían roto, formando un espacio en forma de triángulo que le había permitido estar casi bien. Se la llevaron; las fuerzas se incrementaron en todos debido a ese hecho, y comenzamos a trabajar con más ahínco.

Sin saber que las horas pasaban, sacando escombros y piedras, me percaté de que el sol ya se había venido. Dios, creo que tengo que marcharme, deje la lampa que tenía y me excusé diciendo que tenía que ir a otras zonas a ayudar. Con todo mi dolor, lo hice; pues los cuerpos salían de uno a uno y las lágrimas también.

Tiempo después me enteré de que había estado en un caserío llamado Tambonoto; pero mi mente nunca borrará aquellos momentos que viví. Si el psicoanálisis me pudiera ayudar en ello; pero mi psiquis psiqui me dice que no. Que si olvido mi vida, estaré condenado a repetirla.

Como eso de las 10: 30 llegué a Chincha, había caminado unas cinco horas entre tanta pista carcomida por el movimiento. Lo peor aún, era que en el camino avistaba muchas casas que pedían ayuda y la nula presencia de un automóvil que me pudiera jalar. Lo único que podía llevar a una persona en aquel momento eran los caballos, cuanto desee en ese momento no haberle vendido a mi potranca a Flavio Pizarro. Pero la vida es así, las cosas pasan cuando uno menos se lo imagina.

Ya en Chincha, el paisaje era aterrador, los gallinazos revoloteaban la zona en forma baja, mucha gente tirada en la parte frontal de sus casas esperando no sé qué; pero, creo, que algo. Pero siempre viendo gente en pleno movimiento, organizándose con palas, picos, cuerdas, todo lo que pudiera ayudar para sacar a gente enterrada entre los escombros. Cuando de repente lo vi, sí, era mi amigo de la cuadra Rodolfo Ynosdestroza. “Que haces acá”, “¡Qué, no lo sabes¡ estábamos con Galpes Roncheros en una tertulia literaria con la familia Valleambrosio cuando comenzó este Apocalipsis”. “Pero ¿cómo está la familia?”, “Por suerte bien, su casa no se derrumbo; pero están muy asustados todos”.
Lo deje buscando algo de agua, me decía, proféticamente, que este líquido vital iba a escasear tal y como sucedió en el terremoto del 70, cuando Yuargay desapareció del mapa.

Uno tiene un mapa mental que se construye por el tiempo, de este modo, no importa que estés con los ojos cerrados, tu mente te puede llevar a lugares conocidos por tu psique. Pero en Chincha, todo esto no funciono, las casa derrumbadas hacían imposible ubicarse, así, me pasé unas tres horas tratando de encontrar la casa en donde fui criado, me pude ubicar por la pequeña plazoleta que había en mi barrio, ya que esta no había sufrido daño alguno, tan solo se había caído al piso.

Divisé el lugar en donde debía de estar mi casa; pero lo que vi fueron un montón de montículos de escombros, una que otra pared a medio caer y a gente que se metía a esas casas tratando de salvar algo. Cuando empezó una réplica más, me dicen que en la noche hubo varias, pro que no sentí ni una por la ayuda.
Al suceder esto, la gente corrió a la pequeña plazuela cuando pude divisar a Raúl, uno de los pequeños de la familia con la que me había criado y al cual consideraba un hermano. Al verme lloró, me abrazó, yo hice lo mismo.

Raúl me contó que la familia estaba en la chacra que con suerte gatuna habían logrado salir a tiempo de la casa y que habían logrado levantar una pequeña choza con algunas esteras que tenían en la chacra. Me reconforté luego de escuchar esto, Raúl me llevó donde ellos y me quedé allí por un par de horas. Mi sentido común me decía que tenía que seguir ayudando, fui con Raúl y el primo Pepe a Chincha para ver que podíamos hacer y a tratar de conseguir algo de alimentos.

Toda la tarde y parte de la noche ayudamos a remover el inacabables escombro, a sacar más y más heridos y a llevarlos al, cada vez más, atiborrado hospital. Al caer la noche regresamos a la choza.
Aquello fue rutina en los tres días siguiente al terremoto, levantarse, ayudar, cosechar algo de la chacra para comer, hacer una olla común para los vecinos que se habían enterado que teníamos algo de comida y de seguridad, ya que se corría el rumor de que los presos fugados del penal estaban cerca de nuestro refugio saqueando todo lo que tuviera valor.

A la cuarta noche sucedió lo inevitable.

Una ráfaga de disparos m despertó, recuerdo que eran aproximadamente las cuatro de la mañana, cuando alguien comenzó a escuchar los disparos seguidos de gritos. Salí de la choza y vi a un grupo de 32 hombres que se venían para el lugar en donde estábamos. “¡Que es lo que quieren”, “Calla, hijo de puta o te meto un balazo”, “Es que no les basta que la naturaleza nos haya hecho esto y, encima, ustedes no quieren desgraciar más”.
El líder se acerco más, tenía una pistola en la mano. Hasta que pude verlo bien, lo reconocí. “¿Comanche? ¿Eres tú?”. “¡Qué! ¿Quién eres tú?... ¿Chuvaquita?... ¡¡¡Chuvaquita!!!” El susto pasó, Comanche me decía que el grupo estaba hambriento, que lo que más querían era comida, no dinero.

Nos acompañaron todo un día, le expliqué que la comida que teníamos era poco y que no sabíamos cuantos días nos iban a durar. Comanche aplacó la ira de los más psicópatas, acabamos almorzando juntos y tomando un par de botellas de pisco que uno de los bandoleros tenía.

Me quedé en Chincha una semana entera, las labores diarias me llamaban de Lima, les deje dinero para que soliviantaran sus gastos y les prometí que iba a mover todas mis influencias para reconstruir Chincha y Pisco.



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Ha pasado un mes del terremoto de Ica, ahora estoy sentado frente a una laptop en mi oficina. A mi lado, sin que se de cuenta escribo, está Favre gestionando la reconstrucción del Ica, yo, sencillamente, lo asesoró. No me pagan sueldo ninguno, lo hago por amor a Chicha, a Ica, a Ollantalandia.


Chuvaquita

17 de septiembre de 2007